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12/14/2018

Descubre tu verdadera situación

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Por Barbaramor

Hoy amaneció lloviendo. Era una lluvia extraña, pues a la vez que se veía un sol radiante en medio de las nubes las gotas caían unas detrás de otras sin parar.


En el balcón me caían gotas perpendiculares que me llevaron a preguntarme dónde estoy hoy. No pensé en el pasado ni tampoco en el futuro. Me pregunté en una nueva conversación interna como me sentía hoy en mi salud, en mis relaciones, en mi productividad, en mi balance de recursos disponibles, y en la calidad de vida que llevo.

Me pregunté cómo está mi situación. Fue como una de esas evaluaciones que nunca nos abandonan.

Pensé en el entorno que rodea el apartamento donde vivo. Vi a la distancia en el mar los botes de los pescadores regresando al muelle del mercado. Me imaginé la ubicación de la isla en medio del mar Caribe. Pensé en la situación política, económica y social de mi país, del hemisferio y del planeta. De inmediato sentí el inmenso deseo de querer tener el conocimiento y los recursos para cambiar el mundo.

Entonces comencé a pensar en cómo estoy yo en mi salud emocional, mental y espiritual. Sobre mi salud emocional percibí temores ante los desafíos de mis circunstancias. Mi mente la vi dispersa con tantos pensamientos influenciados por las redes sociales y medios de comunicación. Y mi espíritu alejado de la verdadera situación que estoy viviendo.

Luego pensé en mis relaciones de familia, de estudio y de trabajo.
Mi familia afrontando los retos de la vida. Yo por ahora estoy de vacaciones. A mis amigas descubriendo cosas en sus estudios, trabajo y relaciones. En mi trabajo tratando de mejorar todos los días.

Vi mi balance financiero y pensé que el control de mis gastos y el aumento de mis ingresos requieren más atención. Estoy aprendiendo a focalizar lo importante cada día. Y no dejarme enredar por las emergencias. Aunque es indispensable atender las urgencias.

Cuando ya había revisado toda mi lista de chequeo, me di cuenta que todos mis resultados están sujetos a la simultaneidad de causa y efecto en un tiempo infinito.

Primero comprendí que las circunstancias del entorno influyen con información y flujos de materia y energía que impactan mí ser, hacer y tener.

En segundo término entendí que mis circunstancias tienen un gran peso específico en la construcción de mi realidad. Pero no es lo único. También hay que considerar el grado de desarrollo de mi consciente, subconsciente y mi supra-consciente. Pues sin la fuerza espiritual de la integralidad de mi ser nunca alcanzaré lo que quiero ser y hacer, y lo que quiero tener.

Teniendo en cuenta esas dos cosas: las circunstancias de mi vida y mi fuerza interior, creo que la causa de la calidad vida que caracteriza hoy mi situación se resumen en una sola palabra: amor.

Cuando dejó de llover vi los datos de mi vida y tuve una intuición que me reveló lo que me está pasando hoy: mi situación resumen mi pasado y mi futuro en un instante influenciado por mis circunstancias y el amor que tengo por mi. Con esas gotas de inspiración comprendí cuatro cosas:

  1. La situación que tengo hoy la construí con mis decisiones en el pasado.
  2. Mi futuro lo estoy construyendo con las decisiones que estoy tomando hoy.
  3. Hoy es lo único que tengo.
  4. Mis reflexiones, decisiones y acciones siempre tienen que estar orientadas a desear lo mejor para mi.

Al final, cuando secaba las gotas de lluvia que cayeron sobre mi por la fuerte brisa, tuve un último pensamiento: mi situación depende de las mejores reflexiones, decisiones y acciones. Y cuando aprenda a amarme cuidaré mejor de mi salud, mis relaciones y mi trabajo. Para amar lo que soy, hago y tengo.

12/3/2018

Re-interpretar mi amor

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Por Barbara Amor


Está mañana mientras el café todavía humeaba observé el mar brillante con los primeros rayos de sol, y sin querer pensé en mi pasado.


Me llegaron pensamientos de esos que constantemente te hacen evaluar tu vida. Y me puse a pensar que consecuencias han tenido para mis circunstancias actuales las decisiones que he tomado.
 

Me llegó a la cabeza la idea general de considerar al pasado como algo imposible de cambiar. Pero de pronto en el mismo instante se me ocurrió que si puedo cambiar el pasado.


No puedo cambiar los hechos, eventos y acontecimientos ya consumados en mi camino recorrido. Pero si puedo cambiar lo que interpreto de ello.


Y como casi todo el tiempo estoy recordando esas interpretaciones, sospecho que si cambio lo que creo de mi pasado puedo cambiar las consecuencias que aún todavía generan en mis pensamientos y en mis emociones, y por lo tanto, en las decisiones que tomo a diario para construir lo que soy, hago y tengo.
​


Al mirar hacía atrás empecé a re-interpretar las decisiones que tomé con respecto a mis parejas, a cómo reaccioné ante situaciones especiales en mi familia, a como respondí en las interacciones con mis compañeros de trabajo, a cómo esas decisiones han influenciado mis ingresos y patrimonio, y necesariamente a re-pensar cómo estoy viviendo hoy.


Lo primero que hice fue perdonar a todas las personas que consideraba me habían ofendido. Pues todavía acarreaba lastres que todavía generaban resentimientos y rencores. En segundo lugar me perdoné por todos los errores que cometí en mi pasado, con lo cual pude liberarme de toda culpa.


Cuando revisé mis ingresos y mi patrimonio acepté mis fracasos y de cada uno de ellos resumí un aprendizaje que me ayudan a controlar el temor con el amor.


Pero además de mis errores también re-interpreté mis aciertos. Y me sentí bien aceptando la verdad de mis fallas y la verdad de mis logros.


Cuando estaba terminando mi taza de café empecé a tratar de entender ¿por qué había tomado esas decisiones en mi pasado?

Indagué las causas internas y externas de mis decisiones.


Y vi entonces que muchas de mis decisiones fueron fuertemente influenciadas por las circunstancias que envolvían el entorno de mi vida.

Concluí que otras fueron efecto de mis creencias y dogmas. Supuestos que establecieron premisas que influenciaron mis emociones y por lo tanto las respuestas que dí a los estímulos en las interacciones con personas que frecuentaba.


Cuando terminé mi taza de café y solo quedaban extrañas figuras en su fondo, levanté la cabeza y tomé conciencia sobre las decisiones equivocadas que había tomado. Comprendí que había incumplido la primera ley que mi Abuelita me enseñó cuando yo tenía 7 años: siempre tienes que desear lo mejor para ti.


Mis decisiones erradas se han presentado cuando no adecue mi comportamiento a la primera ley de mi Abuelita.

Hoy comprendo que me faltó amarme. Pues siempre que decido sin anteponer mi amor es cuando tomo decisiones equivocadas.



Ahora sé que todo depende del amor que tenga por mi.

Y por eso me dedico a responder consultas a toda persona que necesite aprender a amar.



12/1/2018

La importancia de aprender a amar

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Ayer me desperté muy temprano y al contemplar por la ventana los colores del amanecer me puse a pensar que desde que nací siempre he estado aprendiendo cosas nuevas todos los días. Desde el día que vi por primera vez la luz aprendí a respirar y a intuir que el aire en mis pulmones se convierte en el soplo que me mantiene con vida y me llena de energía hasta el día de mi muerte.
Pensé que mis ojos aprendieron a reconocer a mi madre que durante muchos años siguió haciendo todo lo necesario para mantenerme sana y a salvo. Aprendí a distinguir sonidos, aprendí a ubicar el seno de la leche divina de mi mamá. Aprendí a llorar para llamar la atención y conseguir lo que quería. Aprendí a orinar, a dormir, y aprendí a sonreír, entre muchas cosas más. Viví instintivamente y aprendí a saber cuándo tenía hambre. Sabía lo que quería. De niña nunca me preocupé por la medición del tiempo, pues todavía no entendía los relojes. Solo vivía para hacer lo importante sin remordimientos ni culpas.
Fui creciendo y empecé a vivir en comunidades con reglas diversas. Aprendí a convivir con mis padres, hermanos y familia. Poco a poco me iban llevando a repetir misterios religiosos sin saber de qué se trataba. Con el paso de los años fui al jardín infantil, a la escuela, al liceo y a la universidad.
En todas partes me decían que es indispensable aprender a leer, a escribir, y por supuesto a hablar correctamente. La mayor preocupación de mis padres y padrinos fue garantizar que aprendiera a estudiar y a trabajar. Que tuviera una capacitación suficiente para garantizar mi subsistencia.
Mientras tanto aprendí muchas otras cosas en la calle con los amigos, con los vecinos, con los compañeros de estudio, con los compañeros de trabajo, y otras personas que se cruzaron en mi camino de vida. Pero lo que más me marcó fueron las influencias de los centros educativos a donde fui, a los centros religiosos que asistí por mi propia voluntad, y  los trámites de control social de los gobiernos locales, regionales y nacionales para legalizar mi identidad y mis estudios.
Al ver a las personas mayores veía diversos resultados de vida. Algunos habían logrado  estudiar, trabajar y vivir vidas promedio. Otros, como muchos otros millones, no tuvieron la oportunidad de estudiar, ni de trabajar, ni de conseguir una manera de ganarse la vida. Muchos de los ancianos que conocía tenían problemas de salud, otros padecían perturbaciones emocionales; y otros no tenían donde vivir ni modo de garantizarse comida, ni atención médica. Todo eso sin contar problemas de transporte,  de ingresos para subsistir; y para rematar, sumidos en la desolación.
Observé que cuando las condiciones de la vida llevan a las personas a caminos de vida precarias, surge la pregunta sobre cuáles fueron las condiciones que generaron las causas que llevaron a las consecuencias no deseadas.
De mi observación llegué a la conclusión que la marca común de situaciones precarias eran los hábitos cimentados en principios que priorizaron responsabilidades secundarias ante las primarias que debería tener toda persona sobre su vida. Y el factor común es que nunca aprendieron a amarse a sí mismos.
Concluí que del grado de amor propio se derivaron resultados y consecuencias para todas las personas que observé. Pues del amor depende la salud de tu cuerpo, el equilibrio de tus emociones, la orientación de tus pensamientos y la evolución espiritual que te puede permitir construir relaciones con tu familia, vecinos, amigos, compañeros de estudio y de trabajo. Del amor que viertas sobre ti y sobre tus relaciones tendrás la posibilidad y las condiciones necesarias para lograr niveles de productividad para tu bien y el de los tuyos. A la vez que generas valor agregado para la sociedad en los bienes y servicios con los que aportas a la sostenibilidad de los bienes públicos.
Además intuí que los resultados de tu productividad pueden generar los recursos para sostener una vida con la satisfacción de todas las necesidades básicas.
Cuando ya tenía que irme a bañar pensé en mi corazón deseaba tener una calidad de vida integral con todas las necesidades básicas satisfechas. Que quiero que mi cuerpo goce de buena salud, que mis emociones estén controladas, que mis pensamientos no estén dispersos, que mi espíritu esté equilibrado, que mis relaciones interpersonales alejen a los tóxicos, que mi productividad se eleve haciendo bien lo que me gusta y además me paguen por ello. Y supe cuando el sol me pegó en la cara que todo depende de aprender a amar, para desear y esforzarme con valentía lo mejor para mí siempre.
Ahora sospecho que aprender amar implica descubrir que el amor está en mí y que tengo la responsabilidad de quererme mucho.  Que aprender a amar se convierte en el pilar indispensable y necesario para crear a lo largo de mi camino lo que recibiré día a día.
De seguro tendré que aprender muchas cosas, sobre todo ahora que me toca mirar como enfrento los desafíos de la transformación tecnológica que me tocará vivir quiera o no. Pero de algo estoy segura, si quiero triunfar tengo que aprender a amar.  
Se me ocurre que aprender a amar depende de las condiciones de la vida de cada persona. Y en gran medida de las que haya tenido en su entorno. Pues las instituciones influyen circunstancias de vida por medio de creencias que apalancan dogmas y estereotipos que muchas veces no te permiten aprender a amarte. Principalmente porque se piensa que el amor está fuera de ti. Y eso es el equivocado punto de partida que puede llevar a complicadas trayectorias de vida.
Después que me bañé decidí que voy a investigar y divulgar todo lo que sea necesario para aprender a amar. Y todo lo que averigüe lo voy a aplicar para ayudar a mis lectores a aprender a amarse, a amar a otros, amar el cuerpo, amar las emociones, amar lo que deseas. Para amar lo que eres, haces y tienes.
Creo que para darte siempre lo mejor a ti es necesario que te ames mucho; y entonces ese amor por ti se refleja en tus relaciones, en tu productividad, en los recursos que te ingresan y administras, y por ende en la calidad de vida que llevarás.
Por todo esto es que hoy destaco la importancia de dedicarme a ayudar a las personas a aprender a amar.

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